La elección del mejor vino para cada ocasión es fundamental, ya que de ella depende que la comida se disfrute en toda su plenitud. Visto desde fuera, el mundo del vino parece terriblemente complicado, pero lo único que se necesita para disfrutarlo es interés y sentido del olfato. Te damos unas sencillas pautas para ayudarte a elegir y disfrutar más a fondo el vino que elijas para tu boda.
Variedades de uva
El factor principal que determina las características de la mayoría de los vinos es la variedad o variedades de uva que se han utilizado para su elaboración. Aunque hay innumerables variedades, aquellas con las que están elaborados la gran mayoría de los vinos son sólo siete:
En los blancos: Chardonnay, Sauvignon Blanc y Riesling
En los tintos: Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir y Syrah (o Shiraz)
Cómo elegir el vino adecuado
La regla más importante del maridaje (armonización entre el vino y la comida) es que no existen reglas: se puede beber cualquier vino con cualquier alimento, a gusto de cada cual. Aún así, existen algunas sencillas pautas para sacar el mayor provecho de cada plato y de cada vino. Hay tres aspectos fundamentales a tener en cuenta: el cuerpo, los taninos, conservantes que se encuentran en el vino tinto, que derivan de la piel, las semillas y los raspones de las uvas negras, y producen un sabor similar al del té; y el dulzor, en los blancos.
Siempre hay que intentar que el cuerpo del vino se corresponda con el ingrediente de sabor más fuerte del plato. Por ejemplo, los platos de sabor suave, como el pescado blanco, se deben servir con vinos de poco cuerpo (ya sean blancos, tintos o rosados), mientras que los platos de sabores más fuertes encajan a la perfección con vinos de mucho cuerpo. Los vinos con mucho sabor a tanino adquieren un sabor más suave combinados con alimentos muy sólidos, como la carne roja.
Breve esquema de maridaje
Tintos jóvenes: asados de cordero, carnes gelatinosas, asados variados, pescados azules y blancos, quesos de corta y media curación.
Tintos reserva o crianza: carnes rojas, caza mayor y menor, guisos de carne, salsas complejas y quesos curados.
Rosados: pescados azules, arroces, pasta, carnes de cerdo y pollo, embutidos y fiambres, verduras.
Blancos ligeros / con cuerpo: mariscos, pescados blancos cocidos o a la plancha, pescados sabrosos.
Blancos criados en barrica: pescados y mariscos, carnes a la brasa, ahumados.
Espumosos (Champagne y cavas): aperitivos y canapés, pescados y mariscos, postres.
A qué temperatura debe servirse
Que el vino se sirva a su temperatura idónea es muy importante para poder disfrutar de todos sus matices. Un vino demasiado frío pierde su aroma, además se ven aumentadas su acidez y el sabor a tanino, mientras que si están templados tendrán más perfume y menor acidez. Generalmente, los vinos tintos deben servirse a una temperatura entre 14 y 19º C, casi a temperatura ambiente, mientras que los espumosos, rosados y blancos tienen su temperatura óptima entre 6 y 10º C. En el caso de los dulces, conviene hacerlo entre 17 y 19º C.
Alimentos difíciles de maridar
Hay muy pocas comidas que sean capaces de estropear el sabor del vino, pero hay que tenerlas en cuenta a la hora de elaborar el menú, para evitar que un entrante anule a un gran vino. Las comidas con muchas especias inhiben las papilas gustativas, y evitan que se aprecie el vino en todas sus dimensiones. Asimismo, las alcachofas y los espárragos hacen que el vino tome un sabor ligeramente metálico, y casi todos los chocolates, excepto los de sabor más dulce y fuerte, suprimen el sabor de los vinos.
Cómo “descifrar” las etiquetas
Clarete: tinto muy especial, con un color entre rojo claro y oscuro.
Crianza: vinos que son envejecidos deliberadamente durante al menos un año en barricas de roble, con calidad intermedia entre los jóvenes (sin crianza) y los reserva.
DO: Denominación de origen. Es el principal sistema de clasificación de los vinos según su calidad. Además, sirve para proteger a los productores contra las imitaciones, y para garantizar al consumidor su autenticidad.
DOCa: Denominación de origen calificada. Es una categoría teóricamente superior a la que se elevó el Rioja en 1991.
Gran Reserva: son los vinos que teóricamente tienen una mayor calidad, envejecidos más tiempo que los reserva.
Reserva: vinos especiales envejecidos más tiempo que los crianza.
Vino de mesa: vino que no cuenta con denominación de origen.
Vino de la tierra: vino de mesa de calidad superior.
Elegir un vino español
España, por su gran diversidad climática, ofrece un rico panorama vinícola, de muy alta calidad, y no es necesario buscar fuera de nuestras fronteras para encontrar un buen vino. Algunas de las excelentes denominaciones de origen españolas son:
Vinos tintos: Ribera del Duero, Rioja, Penedés, Toro, Priorato, Somontano, La Mancha.
Vinos rosados: Navarra, Valencia, Rioja, Ribera del Duero.
Vinos blancos: Rueda, Penedés, Txakolí, Somontano, Costers del Segre, Albariño, Ribeiro.<
Cómo servirlo
Para poder disfrutar el vino hay que servirlo en copas o en vasos de cristal transparente, y nunca en tazas, vasos de plástico o de otros materiales, ya que el cristal es inerte, delgado, no cambia el color del vino y permite apreciar con claridad sus matices, lo que supone un factor importante a la hora de observarlo para disfrutar de él. La copa óptima para beber vino tiene un pie o base, y un recipiente que se estrecha en el borde, para que el aroma del vino no se escape,se mantenga en la copa.
Los enólogos aprecian especialmente el cristal muy delgado, y consideran una aberración servir el vino en cristal coloreado. El cristal tallado tampoco es el más indicado, ya que no permite observar el caldo. Es muy importante que el cristal no presente ninguna mancha ni huellas de dedos, así como que carezca de olores.
Introducción a la cata: cómo parecer una experta
1. En primer lugar, una vez que el vino está servido en la copa, hay que inclinarla hacia delante, a ser posible sobre un fondo blanco, para poder distinguir los matices del color. Normalmente, cuanto más oscuro es un vino, más viejo es; y los mejores caldos suelen presentar un brillo suntuoso, mientras que los de peor calidad aparecen mates y pálidos. La copa puede sostenerse por la base, aunque es más práctico hacerlo por el pie, ya que además así el calor de la mano no se transmite al vino.
2. A continuación entra en juego el olfato: agitar la copa suavemente con movimientos circulares hace que se liberen las moléculas aromáticas del vino, y se pueda apreciar su aroma en toda su intensidad. Tras inhalar el aroma, hay que valorar si éste es suave, intenso, atractivo; y pensar a qué nos recuerda: flores, frutas, hierbas, especias y frutos secos son las familias de aromas más comunes.
3. Llega el momento de probar el vino, tomando un pequeño sorbo e intentando que tanto el paladar como la lengua entera queden impregnados, para después pasar a analizar qué sabor presenta. Los expertos hablan además de la “sensación en boca”, que puede ser áspera, intensa o satinada. A continuación, el catador suele escupir el vino.
4. Una vez catado llega el momento del análisis, tras observar todas sus cualidades: cuerpo, taninos, dulzor; así como si los matices que se perciben están equilibrados, o hay alguno que sobresale más que los demás. Un factor más para distinguir un buen vino es la persistencia: el tiempo que perdura el sabor después de tragarlo. En el caso de los buenos vinos, suele sobrepasar el medio minuto.
Originally posted 2008-07-11 22:53:58.